Ras Jrabah
"Cada día se acerca más"
, asegura con preocupación Hasan Hawashla al señalar la ciudad israelí de Dimona, en plena expansión y vecina de su pueblo beduino en el desierto de Néguev, en el sur de Israel.
Desde su ventana, Hawashla, de 40 años, ve las grúas y los nuevos barrios residenciales que se construyen en esta ciudad, de unos 36.000 habitantes. Conocida por su actividad nuclear, podría duplicar su tamaño en un futuro, indican documentos del Ayuntamiento.
Los 500 habitantes del pueblo de Ras Jrabah en cambio, viven en casas con techo de lámina y apenas sobresalen algunos edificios de concreto en medio de caminos arenosos.
"Cualquier nueva construcción es demolida por las autoridades israelíes, que se niegan a permitir la edificación de estructuras permanentes y quieren trasladar a todos los habitantes a otro lugar"
, afirma Hawashla.
Los beduinos de Israel, descendientes de pastores árabes musulmanes, ven la expansión de Dimona como otra amenaza más, después de haber vivido mucho tiempo al margen de la sociedad israelí, a menudo en la pobreza y con pocas oportunidades.
En mayo, el pueblo de Wadi Al Jalil fue borrado del mapa después de que las autoridades israelíes ordenaran su demolición para permitir la ampliación de una carretera.
Cerca del 30% de la población beduina vive en una decena de pueblos en el desierto de Néguev y estos no están reconocidos por las autoridades israelíes, según la oenegé local Bimkom.
- Mínimo de tierras -
Once aldeas beduinas no reconocidas, donde viven unas 6.500 personas, luchan contra posibles expulsiones ante los tribunales israelíes, según Marwan Frieh, de la oenegé Adalah, que defiende los derechos de as minorías árabes en el país.
"Las autoridades israelíes quieren "un máximo de beduinos en un mínimo de tierra y un mínimo de judíos sobre un máximo de tierras"
, explica.
Dimona se impone hoy en el paisaje con hileras de edificios idénticos en calles a menudo vacías.
"Todo el dinero va para la construcción, pero los edificios están vacíos"
, dice molesto Hawashla, que trabaja en ese mismo sector.
Según él, su pueblo nunca obtuvo ayuda de parte del gobierno, ni siquiera refugios para protegerse de los disparos de cohetes lanzados desde la Franja de Gaza, a 70 kilómetros de distancia.
Hawashla cuenta que las autoridades israelíes pidieron a los habitantes instalarse en Qasr E Sir, otro pueblo beduino al oeste de Dimona y que sí es reconocido.
Pero Freij, el padre de Hawashla, declaró a AFP que los aldeanos no quieren trasladarse allí debido a las tensas relaciones que mantienen con otro grupo beduino que vive en el lugar.
"Esta tribu no nos quiere y tampoco nosotros los queremos"
, dijo el hombre, nacido en 1939, antes de la fundación de Dimona.
El anciano recordó que, cuando los primeros judíos llegaron a la zona y él era un niño, los beduinos les dieron agua, pan y yogur.
La historia del padre y del abuelo de Frieh, de la oenegé Adalah, muestra justamente lo que podría amenazar a la familia Hawashla. Ambos nacieron y crecieron en un pueblo no reconocido y las autoridades israelíes los obligaron a instalarse en Rahat, la mayor ciudad beduina del Néguev.
- Las autoridades locales no respondieron a las solicitudes de AFP.
- Tribunales -
La comunidad de Ras Jrabah perdió una primera batalla jurídica para anular las órdenes de expulsión y decidió apelar la decisión con una propuesta para sumarse a Dimona.
Pero las autoridades tampoco lo aceptaron, explica la abogada Myssana Morany, que defendió la aldea ante el tribunal durante el juicio de apelación a finales de mayo.
Según ella,
"hay pocas posibilidades que la comunidad gane".
"El sistema de tenencia de la tierra en Israel está establecido de tal manera que impide que la comunidad beduina pueda demostrar su propiedad sobre la tierra"
, señaló a AFP.
En Ras Jrabah, los habitantes afirman que la cuestión afecta al corazón de su identidad.
"Solo soy ciudadano israelí sobre el papel"
, dijo Hawashla.
"Tengo un documento de identidad y todo, pero no tengo las necesidades básicas que el Estado de Israel debería darme"
, lamentó.