El sabor amargo de los primeros Juegos Olímpicos de París en 1900
AFP




París, Francia

Los Juegos de París-1900 debían ser los de la confirmación del sello olímpico recién creado, pero se organizaron como un apéndice de la Exposición Universal de ese año en la capital francesa, englobados como "Concursos Internacionales de Ejercicios Físicos y de Deportes".

El barón Pierre de Coubertin, impulsor del proyecto y presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) desde su creación en 1894, consiguió llevar los segundos Juegos de la era moderna a su país, Francia, cuatro años después de una primera edición exitosa en Atenas en 1896.

Pero la cita de 1900, precedente de la que París acogió luego en 1924 y de la que se dispone a albergar ahora en 2024, no fue cómo él había soñado en su cabeza.

Alfred Picard, comisario general de la Exposición Universal, impuso su programa buscando promover "el carácter científico y educativo de la actividad corporal".

¿Cuál fue la consecuencia directa de ello? Que la alusión a "Juegos Olímpicos" no aparecía en los documentos oficiales, ni en los carteles promocionales. Incluso numerosos deportistas no supieron, algunos incluso hasta su muerte, que habían participado en unos Juegos Olímpicos.

Las autoridades del momento estaban más centradas en el objetivo de hacer brillar la imagen de Francia en todo el mundo en aquella bienvenida al siglo XX. Todo el mundo tenía en mente la anterior Exposición Universal en la ciudad, la de 1889, marcada simbólicamente por la inauguración de la torre Eiffel.

La de 1900 debía sorprender al mundo, después de la invención en el país del cinematógrafo por parte de los hermanos Lumière o de innovaciones como el motor diésel de Rudolf Diesel.

Carnicería en el bosque de Boulogne

Las curiosidades en aquel evento de 1900 fueron, como ocurría en aquellas primeras citas olímpicas, numerosas y llamativas. Las pruebas deportivas se extendieron a lo largo de cinco meses, del 14 de mayo al 28 de octubre.

Entre las competencias más impactantes está una de globos aerostáticos cuyo ganador aterrizó... ¡en Kiev! O una carrera de natación con obstáculos disputada en el río Sena.

También hubo competiciones de lanzamiento de piedras, de cróquet, de vuelo de cometas, de billar, una carrera de burros o un torneo de pesca.

La influencia militar del momento queda evidenciada por otras pruebas de tiro, con fusil, pistola, revólver o incluso cañón.

El belga Leon de Lunden fue uno de los protagonistas al ganar la de tiro al pichón, con 21 aves abatidas en otros tantos disparos de fusil. En total, más de 300 pájaros muertos cayeron entonces por los disparos en el bosque de Boulogne, en el oeste de la capital.

  • Por su victoria, Leon de Lunden recibió 23.000 francos de la época (el equivalente en la actualidad a 89.000 euros o 96.000 dólares).

Porque a pesar de Coubertin, no solo había en juego medallas sino también premios económicos y no solo competían 'amateurs', sino también profesionales de ciertas disciplinas.

Un bol a modo de medalla 

Los "concursos" de aquel 1900 atrajeron a al menos 58.731 participantes, pero el COI registra únicamente 997 deportistas de 24 países diferentes, entre ellos 22 mujeres, que compitieron en las pruebas que el organismo considera como olímpicas y por lo tanto contabilizables. La instancia apenas reconoce 95 pruebas de las 477 del total.

Para la historia quedará que la británica Charlotte Cooper se convirtió en la primera mujer en ganar una medalla de oro en una prueba individual en los Juegos Olímpicos.

La estrella de esos segundos Juegos Olímpicos fue el estadounidense Alvin Kraenzlein, ganador de los 60 metros, los 110 metros vallas, los 200 metros vallas y el salto largo. Nadie desde entonces ha logrado ganar cuatro títulos individuales en atletismo en la misma edición.

La estadounidense Margaret Abbott, ganadora del torneo de golf femenino, creyó haberse llevado el Premio Ciudad de Compiègne, localidad a 85 km al norte de París.

  • La entrega de medallas no era todavía una tradición olímpica y llegó cuatro años más tarde, en los Juegos de San Luis-1904, en Estados Unidos.

Abbott nunca supo que había sido campeona olímpica y, por lo tanto, tampoco que es la primera estadounidense de la historia en haber logrado ese honor.

Como recompensa por su victoria, la golfista se tuvo que contentar con un bol de porcelana como premio.