Guadalajara, Jalisco.
“Todo esto empezó hace año y medio por un osteosarcoma grado cuatro abajo de la rodilla y ya ahorita es una metástasis que brincó a los pulmones, igual: grado cuatro.
Y pues no me sirvieron (ni la) quimioterapia, ni medicamentos en el hospital y ahorita me están ayudando con medicamento paliativo. Constantemente está el dolor, no desaparece”.
Él es Raúl, un joven papá de 34 años a quien le diagnosticaron un tipo de cáncer de hueso, le dieron quimio, radio y le amputaron su pierna, pero no responde a los tratamientos convencionales.
Él ya está cansado; ya no quiere seguir intentándolo.
Ahora está en casa de sus papás para que entre todos sus hermanos le ayuden a él y a su esposa, ya que tienen una pequeña niña de tres años y un niño de ocho, para poder atenderlo, darle sus medicinas y darle oxígeno, al cual, además, debe estar conectado permanentemente porque es muy complicado respirar para él.
La casa es de su mamá, porque su papá ya murió. Parece un hospital, con medicinas por todos lados, tanques de oxigeno, botes de basura con gasas y jeringas. Todo para poder ayudarle a tener menos dolor y sólo esperar…
Sin embargo, no cuentan con todo lo necesario porque, aunque hay voluntad y amor por parte de su familia para ayudarle, a veces se siente rebasada y tampoco hay suficiente medicina, o la adecuada, para quitarle su dolor, ya que muchos de estos fármacos son controlados y en casa no les permiten tenerlos.
Por ello, deben llevar a Raúl a urgencias y eso lo desgasta demasiado:
“Tantas personas en urgencias y (pensé que) me atenderían un poco más rápido (...)
No está ahí esperando con las molestias horas y horas esperando con las molestias, con esos dolores (...)
“Está mi madre, más bien, y ella también anda enferma. No puedo tampoco estar recargándome mucho con ella; me están ayudando mis hermanos, pero también tienen su trabajo y tienen sus cosas que hacer”.
Por supuesto, la familia de Raúl no la ha tenido fácil.
Él no ha sido el único enfermo que han atendido en casa. Otra de sus hermanas fue diagnosticada con cáncer de mama y también pasó muchas semanas de sufrimiento porque en el hospital no había ya nada que hacer. Así lo recuerda otra de las familiares:
“Ya tuvimos una experiencia y la verdad fue muy mala porque (lo) vivimos (con) una de mis hermanas, mayor que mi hermano. Falleció hace un mes por el mismo problema; ella tenía cáncer de mama de inicio. Le siguió al cerebro y, como final, su metástasis en el pulmón.
Nosotros sufrimos muchísimo con ella; al menos a mi me tocó estar con ella en la última semana. Eran gritos desesperantes de dolor; ella gritaba muchísimo. Tantito que la movíamos y ella gritaba de dolor, era muy impotente para nosotros porque queríamos hacer todo por ella y no podíamos hacer nada.
Fue algo muy feo, una experiencia muy fea y en este momento nos duele porque estamos viviendo la misma situación. Nada más que no sabemos qué hacer, y es cuando pedimos ayuda: que alguien nos ayude, que esté con nosotros para poder ayudar”.
Ese es el grito desesperado de cientos de familias que viven y sufren la enfermedad terminal de algún familiar.
Por ello, a lo largo de esta semana te presentaremos la necesidad y la urgencia de que exista un Centro de Atención para Enfermos Terminales, así como para Enfermos Crónicos con Dolor y que necesiten de asistencia 100 por ciento, ya que hay miles de personas que viven y mueren solas en medio del dolor y la falta de atención profesional.
- Mañana te presentaré el modelo que médicos especialistas y asociaciones civiles promueven para su creación. Se llaman “Hospis”. No te pierdas la siguiente entrega.
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