Morir con dignidad  Parte III: Jalisco abre la puerta al bien morir




 Guadalajara, Jalisco.

Morir con dignidad, sin dolor y acompañados es un derecho que, en teoría, todos los mexicanos tenemos. Y según la Ley General de Salud y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, debería existir un lugar para bien morir, deberían haber médicos especialistas en el manejo del dolor y cuidados paliativos.

Como el doctor Guillermo Aréchiga, quien se acercó al Congreso de Jalisco para convencer a los diputados que, a través de leyes, garanticen este importante derecho.

El diputado Enrique Velazquez presentó una iniciativa que aborda el trato humano de las personas con enfermedades crónicas, degenerativas dolorosas, pero también con enfermedades terminales. Además, se sentaron las bases para que en Jalisco exista el modelo propuesto por los especialistas, y del que te hablé en la entrega anterior: los Hospis:

  • Por si te lo perdiste:

Morir con dignidad Parte II: “Los Hospis”: dignificar la despedida

🔊 Escuchar la nota Guadalajara, Jalisco. Raúl, de quien te hablé ayer, es sólo uno de miles de casos de dolor crónico, emocional y psicológico que existen, y que no tienen un acompañamiento por parte del Estado. Sólo uno. De miles. A Raúl, hace más de un año y medio le diagnosticaron cáncer de h. … Sigue leyendo Morir con dignidad Parte II: “Los Hospis”: dignificar la despedida

“En México no existen lugares para que la gente se vaya a morir. Nos cuesta mucho trabajo hablar de la muerte. Sin embargo, la muerte es parte de la vida; lo único seguro es que nos vamos a morir (...)

Estamos planteando la necesidad de morir con dignidad. Las personas deben vivir con dignidad, pero también deben morir con dignidad, una persona que ya no puede atenderse sola, que se le dificulta ir al baño, que no puede bañarse, que ya no recuerda a qué hora debe tomar el medicamento.

Entonces debe haber lugares públicos y privados. De hecho, para uno público ya tenemos el proyecto”.

Para medir estos indicadores de los que habla el legislador existe un índice de calidad en la muerte.

Y lo peor es que sólo cuatro de cada 10 mexicanas y mexicanos pueden tener un proceso de muerte digno; es decir, acompañado por familiares, médicos y fármacos que lo asistan en sus momentos finales.

Este índice es casi el mismo que el de Uganda. Para que tengas una idea, Reino Unido tiene el 100 por ciento, y esto es en gran parte a la existencia de los Hospis.

La hermana de Raúl, a quien te presenté en la primera entrega, lamenta que aunque toda la familia está dispuesta a ayudarlo, no saben cómo hacerlo, no tienen las condiciones y tampoco los medicamentos, porque aunque pudieran comprarlos no es fácil, ya que son controlados:

“Sus condiciones son deplorables. Ustedes ya vieron. La verdad es que es muy difícil, bastante dolor, ya no puede acostarse de un lado, ya no puede acostarse del otro, no puede estar boca arriba porque empieza con sus crisis de tos hasta que vomita y ya no puede estar de ninguna manera y toda la noche y día está así.

Así es: no duerme por el dolor y durante el día no puede descansar por lo mismo (...)

“No hemos podido encontrar en ningún lugar el medicamento porque es un medicamento controlado y no nos han podido ayudar; ni siquiera a conseguir una receta. Nadie nos puede ayudar. Es muy triste esta situación”.

La creadora de los Hospis es la doctora Cicely Saunders, de Inglaterra. En 1967 ella  fue consciente de las carencias en los cuidados hospitalarios que experimentaban los pacientes incurables antes de morir.

Fue la primera especialista en el manejo de síntomas de pacientes moribundos e inició en Gran Bretaña el movimiento “Hospice”, que consistía en un nuevo concepto de abordaje global para enfrentarse a una gran variedad de síntomas y al sufrimiento que experimentan los enfermos terminales.  

Lo malo es que en México, esa visión no existe aún. Ni el sector Salud lo pone en su lista de prioridades ni los diputados han hecho el mínimo esfuerzo por asignar recursos para que la ley que ellos mismos aprobaron se aplique.

Y las implicaciones de esta omisión realmente son gravísimas, porque implica el sufrimiento del paciente y el de su núcleo familiar. Así que no te pierdas la última parte de este trabajo especial donde te hablaré precisamente de la ola expansiva que hay en una familia donde un miembro sufre en cada respirar.


Rocío López Fonseca