Guadalajara, Jalisco.
Si los centros de salud en cada región del país contaran con especialistas y medicinas de las enfermedades que más aquejan a su población, tampoco seríamos Dinamarca, pero sí estaríamos un poquito más cerca de compararnos con ese país.
Como ya te he contado, otra de las grandes carencias del sistema de salud es la atención primaria: la preventiva. Si hubiera médicos, muchos pacientes podrían ser atendidos en sus lugares de origen. En cambio, los “daneses mexicanos” se ven obligados a viajar a Guadalajara.
Ya te hablé de insuficiencia renal y cáncer. Ahora hablemos de los problemas que más se han incrementado, sobre todo después de la pandemia. Hablemos de enfermedades mentales y de los ojos.
- Te explico. En Jalisco existen dos grandes centros de atención a la Salud Mental: el de estancia prolongada, conocido como El Zapote, y el de estancia breve ubicado al lado del Hospital Zoquipan.
Los dos están completamente rebasados, atienden emergencias de primera vez pero para un tratamiento subsecuente las consultas pueden llegar a postergarse hasta tres meses por la creciente demanda.
Y aunque existen Centros Integrales de Salud Mental (CISAME) en donde, se supone, se da atención psiquiátrica, éstos son insuficientes, pues sólo hay 10 para todo el Estado y
a decir de sus trabajadores no hay psiquiatras de base,
sino que son médicos en formación que rotan por los centros, así que los pacientes no tienen un verdadero seguimiento.
Otro ejemplo está en la atención de los ojos, y aquí todavía es más grave la carencia de estos servicios en las regiones del Estado, ya que no hay especialistas en todos los hospitales de municipios fuera de la Zona Metropolitana de Guadalajara.
Y los que cuentan con algún doctor no tienen suplentes, así que sólo toca un médico por turno, lo que obliga a la población a tres cosas: hacer fila y esperar, tomar un camión a Guadalajara o, en el peor escenario, buscar costos accesibles en el sector privado.
- Y ahí está el conocido Hospital San José de los Ojitos, ubicado en el Barrio de Santa Tere.
Guadalupe, quien vive en Yahualica, llegó muy temprano a ese hospital para ser atendida porque en su municipio, aunque hay especialistas en la medicina privada, no hay dónde hacerse estudios oculares:
“Allá no hay mucha forma de hacerme los exámenes. -¿Qué es lo que usted padece?- Vista nublada, no sé, me van a dar el diagnóstico. No tengo seguro y me platicaron de este lugar y vine porque no está caro”.
“Vinimos de Ameca y mi nombre es Rocío, y traigo a mi hijo porque trae un problema en sus ojos, tiene dificultad grande para la visibilidad y vinimos a buscar opciones, -¿En su municipio no hay?- Hay oftalmólogos, pero no tenemos clínica de los ojos específica”.
“(Queremos) buscar alternativas donde nos puedan apoyar porque son costos muy pesados a veces”.
Como pudiste constatar a lo largo de estas cinco entregas, el sistema de salud de Dinamarca que nos prometieron en el arranque de este sexenio no sólo no es real, sino que estamos muy lejos de acercarnos siquiera a compararnos.
La fragmentación y los recursos que destina el sistema de salud mexicano no buscan la prevención, más bien reaccionan. Aquí no hay campañas para evitar que la gente sature los hospitales y eso puedes constatarlo al visitar el que elijas, a cualquier hora.
México destina menos de la mitad del presupuesto que sugieren organismos internacionales,
o de lo que destinan países latinoamericanos como Argentina, Brasil o Costa Rica.
México, te recuerdo, destina menos del 3 por ciento, cuando recomiendan por lo menos el 6. Dinamarca, el país al que ya deberíamos competir en nivel, invierte 11 por ciento de su PIB en salud.
Por eso, aunque las promesas no faltaron y el Presidente se mantiene en firme, aquí no es Dinamarca.