Puebla.
Nueve parejas mexicanas decidieron unirse en matrimonio mediante un ritual prehispánico en el centro de México, con la finalidad de recordar a los ancestros y la vida pasada, bajo el concepto del renacer que trae consigo el equinoccio de primavera.
El escenario fue la zona arqueológica de Cantona, una de las ciudades prehispánicas más antiguas de México y la más grande de Latinoamérica, ubicada en el municipio Tepeyahualco, perteneciente al estado mexicano de Puebla, centro del país.
En el lugar, las parejas eran esperadas por maestros, personajes que transmiten esta cultura, en un escenario lleno de elementos de abundancia natural.
Al centro de una explanada colocaron varios círculos: el primero de flores; al interior de este, otros más creados con tres tipos de maíz, semillas de girasol, arroz y amaranto, acompañados de frutas como naranjas, plátanos, guayabas, piñas y mandarina.
Inició el ritual con la limpia de los novios, por lo que les fueron entregados a las parejas un ramo de limpia, que en México es creado con diversas hierbas como laurel, ruda, valeriana, romero, entre otras y según las creencias mexicanas ayuda a despojar al cuerpo físico de las malas energías.
Este ramo fue pasado por todo el cuerpo de las parejas y después depositado en un círculo de piedras donde fue quemado.
Posteriormente, pasaron a la zona de los círculos, donde fue colocada una manta con varios elementos, en donde avanzada la ceremonia tuvieron que sentarse y compartir con su pareja los cuatro elementos valiosos que son: agua, sal, limón y mole.
De acuerdo con estas creencias, el agua simboliza el cuidado que deben tener con todas las cosas que hagan en su matrimonio; la sal, cómo pueden mediar las cosas; el limón para saber hablar con comprensión, y el mole, representa la fiesta y la emoción de competir una festividad.
Para finalizar y lograr el matrimonio se lleva a cabo el denominado 'amarre de las Tilmas', que son mantas que llevan pintados un símbolo náhuatl que representa a cada uno de ellos, en referencia al lazo matrimonial de las bodas religiosas.
La pareja, conformada por Leonardo Alvarado y Cristina Cabrera, compartió con EFE que es la primera vez que se casan por alguna ideología, ya que llevan 29 años viviendo juntos.
Leonardo dijo que escuchó en la radio que se realizaría este ritual y le pidió matrimonio a su pareja, quien aceptó sin dudar.
“Veníamos planeado que en algún momento nos teníamos que casar, yo lo escuché por el radio y le pregunté que si quería aceptar ser mi esposa y dijo que sí, y entonces hicimos todo lo necesario para celebrar 29 años juntos", dijo.
Dulce María Hernández y Armando Vallardi, otra de las parejas, aseguraron que traían un llamado interior que se les revelaba de varias formas.
- También fue la primera vez que ambos se casan, pero afirmaron que saben que estarán durante una eternidad.
Asimismo, compartieron que los maestros de la ceremonia les hicieron saber que es su tercera boda en este plano ancestral, lo que, confiaron, representa que son uno para el otro.
“Es un llamado que teníamos en el interior, muy desde dentro, que se nos había dado en otras manifestaciones, que se había dado en diversos elementos, nos enteramos de esto y venimos sin dudarlo”, señalaron.
Carlos Coto, maestro ceremonial, refirió que desde hace varios años han retomado este tipo de ceremonias, apegado a la realidad, porque se representa el amor puro entre parejas.
“Lo que vivimos hoy fue una ceremonia de amarre de tilmas que simboliza que las parejas estuvieron juntas en otra vida, ya no es casualidad, ya que es la manera de cómo los ancestros se unían”, concluyó.