Festival Flamenco, Londres
Ser mujer y paya han sido obstáculos que ha esquivado a lo largo de su carrera la bailaora Rocío Molina (Torre del Mar, 1984), quien asegura a EFE que no sabe "hacia dónde se dirige" el flamenco, un arte del que ella es todo un referente.
La artista malagueña regresa este martes a Londres, donde inaugura el Festival Flamenco de la capital con 'Al fondo riela (Lo Otro del Uno)', una profunda reflexión donde libera fantasmas y "una pieza muy oscura pero que tiene un brillo en la oscuridad", como explica ella misma.
La obra, parte de la Trilogía sobre la guitarra compuesta también por 'Inicio (Uno)' y 'Vuelta a Uno', se interpreta en el escenario del Sadler's Wells, al norte de la ciudad, donde actuó también en 2019, el mismo año en que ganó el premio de la crítica. Y dos años después, en 2022, la Biennale de Venecia le otorgaba el León de Plata.
Ha sido tildada de subversiva y sin duda es una "rara avis" del flamenco más vanguardista. Con un lenguaje corporal innovador y propio y un estilo transgresor, Molina comenta en una entrevista con EFE que "no cumplir con lo normativo para ser bailarina" le ha hecho "forjar una identidad muy sólida" y le ha "educado en tener seguridad".
La artista, que con solo 3 años empezaba a bailar y a los 17 se graduaba en el Real Conservatorio de Danza de Madrid -con matrícula de honor- es ahora madre de una niña, que tuvo en solitario, y le dio un nuevo foco.
A Molina la maternidad la sitúa en "un equilibrio extraño" que, según señala, "te cambia mucho y te hace darte cuenta realmente de las cosas importantes y de la importancia de volver a tierra (...); es como que esa vida cotidiana te vuelve a tierra y luego el arte te eleva hacia arriba".
- Es una creadora en constante evolución a la que es prácticamente imposible encasillar. ¿Pero cómo se define ella?
"Me gusta sentir que soy auténtica, fiel y con capacidad de transformación también", observa Molina, que a fin de defender su libertad creativa suele retirarse "de las dinámicas de la sociedad" para no dejarse "influir" y "contaminar por los ruidos".
Una visión atípica del flamenco
Con sus espectáculos, Molina ha tocado temáticas extravagantes para el flamenco, en las que ha bailado embarazada, ha indagado en la menstruación, en el parto, siempre ajena a las reacciones: "No tengo en cuenta el que dirán (...) Voy siguiendo la escucha de mi cuerpo, de mis deseos y lo que yo también voy aprendiendo a lo largo de mí, de mi vida, tanto en el arte como en mi carrera", apunta.
"Cada vez me inspira más y como que necesito mucho más lo ordinario, el día a día, lo cotidiano. Eso es como mi fuente; es donde yo veo las genialidades", agrega la coreógrafa, para quien "lo más mundano" es ahora su "gran fuente de inspiración".
Veterana en los escenarios de medio mundo, a lo largo de su galardonada trayectoria, la artista ha tenido que sortear algún que otro bache.
"Como empecé tan pequeña, el mayor obstáculo que he tenido desde el principio ha sido la edad, empezar a trabajar muy joven, tratar con músicos a nivel personal, dirigir y negociar con 15 años con personas mucho más mayores que yo. La edad ha sido el primer obstáculo más fuerte que he tenido"
A ello se le suma "ser mujer y ser paya", elementos que le han "puesto obstáculos" aunque a la vez le han vuelto "muy fuerte".
Molina admite también que se ha topado alguna vez con conductas machistas en la industria: "Hay que hacer un trabajo de memoria porque estamos acostumbrados a que el machismo esté en nuestras vidas y pasas cosas por alto de las que no te das ni cuenta".
En este sentido, en sus comienzos "se mezclaba mucho con esto de la edad, con ser pequeña. Y si encima era pequeña y estaba dirigiendo a una persona de 50 años y encima era mujer, pues bueno, se podía complicar", señala.
Entre los momentos más significativos de su carrera, la versátil bailaora apunta a encuentros con artistas que le han marcado, como Carlos Marquerie, que le "abrió una gran ventana", o Paco 'Niño de Elche'.
Se muestra "inquieta" acerca del futuro del flamenco, una reflexión que se ha hecho últimamente con compañeros del gremio: "Estamos en un momento en el que no sabemos hacer ninguna lectura de lo que va a pasar, porque va tan rápido".
"Y siento que se nos escapa de las manos, la vida actual, ya no solo el flamenco. Creo que es un momento de mucha incógnita, de no saber hacia dónde vamos (...) pero no sé decir hacia dónde va (el flamenco); ojalá lo supiera pero me inquieta un poco".