Las nuevas autoridades de Siria buscan tranquilizar a la comunidad internacional
AAREF WATAD / AFP




Damasco, Siria.

La ofensiva rebelde que derrocó a Bashar al Asad el 8 de diciembre ha dejado Siria en manos de un nuevo hombre fuerte, Abu Mohamad al Jolani, el jefe del grupo radical sunita Hayat Tahrir al-Sham (HTS).

Al Jolani se ha comprometido a disolver e integrar en el ejército a las facciones rebeldes que, lideradas por HTS, hicieron caer el régimen en una ofensiva relámpago de 11 días.

En este sentido, el jefe militar de HTS, Murhaf Abu Qasra, dijo el martes que su grupo sería "el primero" en disolver  su brazo armado.

Pese a ello siguen los enfrentamientos en el norte del país entre fuerzas kurdas sirias y grupos apoyados por Turquía.

El enviado especial de la ONU para Siria, Geir Pedersen, dijo ante el Consejo de Seguridad estar "gravemente preocupado" pese a un alto el fuego temporal entre las partes auspiciado por Estados Unidos y advirtió que el conflicto en Siria "no ha terminado".

Turquía, que apoya al nuevo gobierno sirio, justifica su ofensiva contra las fuerzas kurdas sirias en el noreste porque tienen el respaldo del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), con el que se enfrenta desde hace décadas.

En paralelo los occidentales buscan establecer vínculos con el nuevo gobierno, conscientes del riesgo de un resurgimiento del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria, que nunca fue erradicado por completo.

  • En Telegram, Al Jolani, que ahora se hace llamar por su verdadero nombre Ahmad al Shareh, aseguró que los grupos rebeldes "serán disueltos y los combatientes serán preparados para unirse a los rangos del ministerio de Defensa, todos estarán bajo la ley".

 "Lobo con piel de cordero" 

Alemania y Francia anunciaron sus primeros contactos mientras que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dijo que la UE está "lista" para reabrir su representación en Damasco.

Washington también ha establecido contactos con HTS, incluso si Estados Unidos continúa, como otros países occidentales, considerando como "terrorista" a este grupo, la antigua rama en Siria de Al Qaeda pero que afirma haber dejado atrás el yihadismo.

Israel se muestra más desconfiada y el primer ministro, Benjamin Netanyahu, organizó este martes una reunión de seguridad en el Monte Hermón, en los Altos del Golán, un territorio en parte anexado y ocupado por los israelíes.

Al Jolani es un "lobo con piel de cordero", dijo la viceministra de Exteriores israelí Sharren Haskel.

Desde el 8 de diciembre el ejército israelí está bombardeando instalaciones militares sirias para evitar que caigan en manos de las nuevas autoridades.

En todo el país, los sirios trabajan para recuperar sus vidas, casi 14 años después del inicio de la guerra civil, desencadenada en 2011 por la represión de las protestas prodemocráticas. El conflicto dejó medio millón de muertos y llevó al exilio a seis millones de sirios.

  • En los viejos zocos de Damasco, donde la mayoría de las tiendas han vuelto a abrir , los tenderos pintan sus fachadas de blanco para borrar los colores de la antigua bandera siria.

"Todo ocurrió de golpe" 

"Todo ocurrió de golpe: la caída del régimen, la caída de los precios, la mejora de la vida. Esperamos que no sea temporal", dice Abu Imad, que ha convertido su automóvil en una pequeña tienda de comestibles en una plaza de la capital.

La ONU estima que siete de cada diez sirios necesitan ayuda internacional y el martes "desaconsejó" un regreso "a gran escala" de los refugiados hasta que la situación se haya estabilizado.

Siria es un país de mayoría sunita pero multiétnico y multiconfesional y hay incógnitas sobre como las nuevas autoridades trataran a las minorías.

"Siria debe permanecer unida y hace falta que haya un contrato social entre el Estado y el conjunto de las confesiones para garantizar una justicia social", dijo Jolani durante un encuentro con representantes de la comunidad drusa, una rama del islam chiita que representaba un 3% de la población siria antes de la guerra.

Algunos sirios han comenzado a regresar a sus ciudades en ruinas, como Maaret al-Numan, en el oeste, donde los combates que estallaron en 2012 dejaron muros derrumbados y calles destrozadas.

"Estamos aquí para proteger a las personas y sus propiedades", dice Jihad Shahin, un policía de 50 años. "Lo reconstruiremos mejor que antes".