Costa de Pájaros, Costa Rica
En una playa del Pacífico de Costa Rica, dos mujeres limpian pieles de pescado para convertirlas en cueros que servirán para confeccionar prendas de vestir y otros artículos, como aretes y collares.
Marta Sosa y Mauren Castro eran amas de casa hasta hace dos años, pero se embarcaron en esta iniciativa para conseguir ingresos para sus familias con las pieles desechadas por los pescadores de Costa de los Pájaros, un pueblo situado a 100 km al oeste de San José.
"Esta piel antes era arrojada al mar y ahora ya no va a contaminar, se va a utilizar para procesos de hacer cuero o piel o tela", dice a la AFP Castro, de 41 años.
Quince mujeres integran la cooperativa Piel Marina que se dedica a esta tarea, entre ellas Sosa y Castro.
Sentadas en una mesa a la orilla del mar, mientras los últimos pescadores llegan a entregar las capturas del día, ambas mujeres raspan con una cuchara metálica las pieles de róbalos y corvinas para quitarles los restos de carne. Con sus manos también sacan las escamas.
Anteriormente, las pieles eran arrojadas al mar, pero ahora son curtidas y teñidas para hacer un cuero que sirve para elaborar "bisuterías, aretes, collares, pulseras", explica Sosa a la AFP.
En el futuro, también esperan hacer bolsos, monederos y zapatos, agrega la mujer de 70 años.
- "Superreciclaje" -
Según la ONU, la industria de la moda es responsable de entre el 2% y el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo y del 9% de los microplásticos arrojados al mar. También infrautiliza materiales por valor de 1.000 millones de dólares al año.
Las propias mujeres de la cooperativa hacen los objetos de bisutería, pero los cueros los venden a fábricas textiles de la zona de Puntarenas, el principal puerto del Pacífico costarricense, situado 50 km al sur de Costa de Pájaros.
"Es muy innovador", afirma Castro.
Utilizar desechos para hacer nuevos productos forma parte del concepto de "superreciclaje", indica a la AFP la diseñadora e investigadora de biomateriales Sofía Ureña.
"Partimos del hecho de darle un uso extra a lo que se denomina como desecho en otra cadena de producción", agrega la experta.
- "Al principio no creíamos" -
La pesca artesanal es uno de los motores económicos de esta zona y los botes abarrotan la costa, pero el negocio está en decadencia y cada vez son menos los que salen a faenar.
Esta cooperativa supone un "empoderamiento femenino" en la zona de Puntarenas. "Engrandeció" a las mujeres que participan al sacarlas de los quehaceres domésticos, destaca Castro.
Hasta 15 familias de esta área donde uno de cada tres adultos está desempleado y el 14% de la población vive en la pobreza, según datos oficiales, reciben ingresos del negocio.
"Al principio no creíamos en este reto porque decíamos: ¿cómo una piel, que es algo que se pone hediondo, que es un contaminante, va a llegar a ser materia prima para mujeres para poder salir adelante?", señala Castro.
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Pero se convirtieron en curtidoras artesanales con la ayuda de la ONG MarViva, que las capacitó y dio financiación.
"Limpiar primero, después lo agarramos y lo lavamos con jabón, como si estuviéramos lavando la ropa. Lo teñimos con glicerina y alcohol y tinte (natural) y después lo ponemos en secado", explica Sosa mientras trabaja limpiando una piel.
El cuero está listo tras ocho días: cuatro para tratar las pieles y cuatro más para secarlas al sol. Es suave, elástico y resistente, además de impermeable. Y ya no huele a pescado.
- ¿Rumbo a las pasarelas? -
A pesar de que el negocio de esta cooperativa se está consolidando, las mujeres que participan quieren ir más allá de la bisutería.
Su "ilusión" es "salir al mercado extranjero" y que el cuero que elaboran se utilice en las creaciones de grandes diseñadores de moda sustentable.
Las tendencias globales de la moda apuntan hacia una producción responsable con el ambiente. Los materiales reciclados y naturales ganan peso en las pasarelas, según estudios de la ONU.
"La prenda más sostenible y más sustentable es aquella que ya existe y que no implica el gasto de recursos nuevos", indica Ureña.
"Me gustaría que se viera en Hollywood, en las grandes pasarelas de París, donde están los grandes (diseñadores)", dice Castro ilusionada.