Beirut, Líbano
La semana pasada, cuando sonaron las sirenas, Aya Wehbé sintió que se le helaba la sangre: por primera vez esta socorrista fue llamada en el barrio donde vive en Beirut, golpeado por la guerra abierta entre Israel y Hezbolá.
"Podría haber encontrado a mi madre, mi padre, mi tía o mi vecina entre los escombros",
cuenta esta voluntaria de 25 años, que se unió a la Defensa Civil hace cinco años.
Los socorristas han pagado un alto precio desde que hace un año comenzaron los enfrentamientos transfronterizos entre Israel y el movimiento islamista libanés Hezbolá, que libran ahora una guerra abierta.
Según un recuento de AFP basado en cifras oficiales, desde hace un año han muerto unos 120 rescatistas y decenas han resultado heridos.
- "Sin suficiente material" -
"Con la guerra, nuestras misiones ya no tienen nada que ver con lo que hacíamos antes", afirma la joven, antes de reunirse con su equipo de bomberos y de conductores de ambulancias.
El equipo espera la próxima alerta en una pequeña habitación rudimentaria donde se encuentra una cama plegable con un fino colchón de espuma.
- Vestido con el uniforme que él mismo ha pagado, Wisam Qubeisi, responsable de comunicación en el sector privado y voluntario desde hace cinco años, se pregunta qué puede hacer con tan pocos medios en un Estado en quiebra.
"Somos muchos, pero para qué sirve tanta gente si no tenemos suficientes vehículos ni material", se lamenta el socorrista de 29 años, que comparte su chaleco con otros voluntarios.
"Si tuviéramos más equipamiento, cascos y chalecos ignífugos, podríamos haber sido de más" ayuda, reitera.
A su alrededor, se amontonan pilas de cascos desgastados, mangueras raídas y zapatos de seguridad destrozados.
La mayoría son
"donaciones de personas o de fundaciones",
explica Yusef Malá, jefe de 8.000 rescatistas, de los cuales 5.000 son voluntarios que operan en los 235 centros de la Defensa Civil en todo Líbano. Y cuando un aparato "se estropea, lleva mucho tiempo repararlo".
La pequeña centralita del cuartel general de la Defensa Civil en Beirut, por ejemplo, "se montó gracias a los esfuerzos personales" de los voluntarios, afirma.
Aunque la Defensa Civil depende del Estado libanés, diferentes partidos e instituciones también disponen de sus redes, especialmente Hezbolá, cuyos socorristas son a menudo blanco de los bombardeos israelíes.
- "Proteger a los libaneses" -
En el sur, fronterizo con Israel, los rescatistas están aún más expuestos. Desde hace un año, los incendios provocados por los disparos de cohetes y el resto de hostilidades les mantienen en alerta.
A veces tienen que recorrer grandes distancias, entre colinas, valles y zonas boscosas.
Y desde hace algunos días, también deben hacer frente a combates cuerpo a cuerpo entre tropas israelíes y combatientes de Hezbolá.
Anis Abla, de 48 años, dirige la Defensa Civil de Marjayoun, cerca de la frontera y asegura que las misiones "cada vez son más duras".
"Los bombardeos que se suceden nos apuntan (...) Cada vez estamos más cansados", cuenta.
Hace dos meses, resultó herido en las manos y en la cara en un incendio provocado por un bombardeo israelí.
El ministro de Salud anunció a principios de octubre que unos cuarenta socorristas y bomberos murieron por bombardeos israelíes en tres días.
El domingo, la Cruz Roja libanesa reportó que varios de sus rescatistas habían resultado heridos en un ataque contra una casa donde habían sido enviados "en coordinación" con la misión de la ONU en el sur de Líbano.
"Los civiles, los socorristas y sanitarios y las ambulancias deben ser protegidos", repiten sin cesar la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
Pese a todo, asegura Abla, "seguimos". "Protegemos a los libaneses", concluye.