Jerusalén.
El centro de detención israelí de Sde Teiman permanece ajeno a los ojos del mundo pese a al menos 35 palestinos muertos en circunstancias sospechosas, testimonios de abusos y una petición del Tribunal Supremo de Israel sobre las condiciones de miles de prisioneros de guerra, muchos de ellos gazatíes.
El abogado Jaled Mahajneh y su ayudante Marah Amara fueron los primeros letrados en acceder a esta hermética base militar en el desierto del Néguev, en el sur de Israel, cuando el 19 de junio pudieron visitar a Muhamad Saber Arab, periodista del canal catarí Al Araby detenido en marzo mientras cubría el asedio israelí del hospital Al Shifa en ciudad de Gaza.
"No es porque sean palestinos, no acepto esto para ningún ser humano", afirma a EFE Amara sobre la deplorable situación que padecen los detenidos, con testimonios de amenazas constantes, abusos físicos y falta de alimento.
"Me quedé en shock cuando le vi. No se parecía ni en un 1 % a la persona que yo había visto en fotos", relata Amara sobre el encuentro. El periodista apareció ante ellos esposado de pies y manos, sin sus gafas y con ropa sucia desde hace semanas.
Los presos son forzados a llevar los ojos tapados de forma continua, duermen en el suelo y solo pueden ducharse una vez a la semana durante un minuto, según su testimonio y el de otros liberados. Si sobrepasan ese minuto son castigados, al igual que si no confiesan en los interrogatorios, cuenta Amara.
"Le amenazaban todo el tiempo con que si no decía dónde Hamás escondía sus cohetes, matarían a sus familiares" en Deir el Balah, centro de Gaza, detalla Amara sobre su conversación con Arab. "Pero no puede decir nada porque no sabe nada".
Una investigación de The New York Times, publicada el 6 de junio, denunció condiciones inhumanas y abusos sexuales en Sde Teiman, según entrevistas a militares, doctores y expresos, como el uso de un palo o una vara de metal caliente contra el recto de los reclusos. Arab presenció hasta seis veces este tipo de tortura.
Más de 9.000 palestinos arrestados
En diciembre, el Defensor del Pueblo de Israel visitó algunas instalaciones penitenciarias donde, junto a centros improvisados y bases militares, Israel mantiene retenidos a más de 9.000 palestinos desde octubre. Su oficina documentó hacinamiento e insalubridad y recomendó reducir los arrestos, muchos por sospecha de terrorismo, pero sin una acusación clara o juicio.
Ayer, medio centenar de palestinos fueron liberados, entre ellos el director del hospital Al Shifa de Gaza, Mohamed Abu Salmeya, detenido desde hace más de siete meses. Salmeya denunció ante los medios torturas "día y noche" contra los presos, palizas, la muerte de compañeros en interrogatorios y la pérdida de unos 25 kilos de peso.
"Arab no está comiendo nada", explica Amara sobre la situación del periodista de Al Araby, en lo que parece una práctica extendida en otros centros. Al preso solo le dan matzá, un pan sin levadura e insípido que los judíos comen en Pésaj.
La Asociación por los Derechos Civiles en Israel (ACRI) y la organización Gisha apelaron la semana pasada al Supremo contra "la hambruna" impuesta a los 'prisioneros de seguridad', por supuestos delitos contra la seguridad del Estado.
El caso recoge testimonios e informes médicos de hambre extrema y pérdida de peso, así como las declaraciones de un diabético que asegura haber comido pasta de dientes para elevar su azúcar en sangre, y de presos que guardaban sus raciones diarias para juntar una comida completa al día.
En una carta a los demandantes, el ministro de Seguridad Nacional, el extremista Itamar Ben Gvir, calificó el privar de alimento a los presos como una "medida disuasoria".
"Hay que matar a los prisioneros palestinos disparándoles en la cabeza y, hasta que se apruebe la ley (de pena de muerte para árabes), les daremos poco para vivir", recalcó Ben Gvir en un vídeo viral en redes.
La familia de Arab desconocía su paradero, pero ahora saben que está vivo. Otros presos, como el director de ortopedia del Shifa, Adnan al Bursh, murió en abril en una cárcel militar tras haber sido arrestado en diciembre. Su cuerpo continúa retenido por las autoridades israelíes.
- Su familia dice que Bursh, de 53 años y sin problemas de salud, fue torturado por el servicio de inteligencia israelí y demandan una autopsia que no llega. Según otros doctores liberados, el médico era una sombra de sí mismo cuando coincidió con ellos en un centro de detención en Beersheva.
La única acusación en su contra, sospechoso de estar involucrado en terrorismo. "Solo por estar en Gaza ya son sospechosos", lamenta Amara. "Israel puede arrestar a cualquiera y nadie puede hacer nada".
Patricia Martínez Sastre
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