Nairobi.
En el centro de Nairobi, el aire escocía este martes los ojos por los gases lacrimógenos. Los disparos y los gritos de miles de manifestantes cada vez se escuchaban más cerca. Y Moses Muthoni, un ingeniero de 26 años, se refugió en una calle con su única arma contra la Policía: un tubo de pasta de dientes.
“Es para evitar los efectos de los gases lacrimógenos”, explicó Muthoni a EFE con la respiración aún alterada, mientras se colocaba pasta de dientes debajo de los ojos y en la nariz.
Otras personas se acercaron y le pidieron un poco, desesperados. Muchos lloraban o tenían los ojos rojos. Muthoni aceptaba siempre. No los conoce, pero les une una camaradería especial.
“Nadie nos ha convocado -dijo el joven ingeniero-. No estamos aquí por nuestra tribu ni religión, sino porque estamos desesperados. En este país no podemos tener ningún futuro, y esto debe cambiar. ¡Queremos un futuro!”.
Muthoni compró esta mañana cinco tubos de pasta de dientes y salió a la calle con una bandera keniana.
Sabe que la respuesta de las fuerzas de seguridad -gases lacrimógenos, pelotas de goma, munición real- contra las protestas que se repiten en Kenia desde el pasado 18 de junio han dejado al menos 39 muertos.
Pero el joven ha perdido el miedo, asegura. O, mejor dicho: su desesperación aún es mayor que su miedo.
“Estudié ingeniería -comentó-. Pero no tengo trabajo. Es imposible encontrar un trabajo en Kenia. No tenemos nada que perder y por eso las protestas no van a parar”.
Las protestas, que surgieron contra un proyecto de ley que contemplaba una subida de impuestos, se han transformado en manifestaciones que piden la dimisión del presidente de Kenia, William Ruto, y rechazan la corrupción y la brutalidad policial.
Ruto rechazó firmar el pasado 26 de junio el controvertido proyecto de ley, pero las movilizaciones, impulsadas en las redes sociales por jóvenes de la llamada ‘generación Z’ (nacidos entre mediados de la década de los 90 del siglo XX y la primera década del siglo XXI), continúan en todo el país.
“Somos pacíficos, pero a medida que pasan los días observamos a más personas violentas que están tirando piedras o destrozando tiendas. Esto no nos gusta”, lamentaron ante EFE dos hermanas de 24 y 25 años que prefieren ocultar sus nombres.
Una de ellas aún está estudiando informática, mientras que otra estudió moda. Sus padres, confesaron, no saben que están protestando. No las hubiesen dejado venir.
"Esclavos en nuestra propia patria"
Portaban pancartas escritas a mano, con letras de colores -rosa, azul, verde, naranja- que rezan: “Rechazamos ser esclavos en nuestra propia patria”.
“Por supuesto que tenemos miedo. ¿Pero qué podemos hacer…? ¿Tenemos que quedarnos de brazos cruzados? No. Tenemos que exigir un país mejor, con trabajos para los jóvenes que nos permitan seguir creciendo como personas”, señalaron antes de que un policía las interrumpiera y amenazara con golpearlas con una barra de madera.
EFE pudo comprobar este martes cómo algunas personas quemaban ruedas de vehículos o lanzaban piedras contra la Policía en el centro de Nairobi -por la intromisión de matones, según los convocantes-, pero también observó que la mayoría de los manifestantes eran pacíficos.
Armados con banderas nacionales y silbatos, centenares de ellos marcharon al grito de “¡Somos pacíficos!” o “¡El poder del pueblo es nuestro poder!”, pero agentes antidisturbios dispararon gases lacrimógenos contra ellos.
Los peores enfrentamientos se produjeron este martes en Tom Mboya Street, una céntrica calle de Nairobi, donde los manifestantes arrojaron piedras contra la Policía.
- Allí, EFE pudo escuchar los disparos de munición real y justo después encontró a una persona tumbada en el suelo, inmóvil, mientras decenas de manifestantes se concentraban a su alrededor e insultaban a los agentes.
Algunos cubrieron su cabeza con una bandera keniana y retiraron el cuerpo mientras los policías disparaban gases lacrimógenos contra ellos.
Incluso mientras los agentes les disparaban, los gritos no pararon. Algunos de ellos pedían “¡Libertad!”.
Pablo Moraga
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