Ruso Serebrennikow lleva al cine la vida del nazi Mengele
El actor August Diehl protagoniza La desaparición de Josef Mengele. Foto: Christoph Soeder/dpa




Berlín, Alemania.

El director de teatro y cine ruso Kirill Serebrennikow, que actualmente vive en Alemania, adaptó al cine la novela de 2017 "La desaparición de Josef Mengele", del autor francés Olivier Guez, con el famoso actor August Diehl en el papel del médico nazi.

A Serebrennikow le gusta desafiar al público con puestas de escena experimentales. Debido a su postura crítica hacia el presidente ruso, Vladímir Putin, hace tres años y medio se ve obligado a hacerlo desde su exilio en Alemania. 

Todos sus proyectos remiten, de alguna forma, a la situación actual en Rusia, más allá de dónde o en qué época se desarrollen. Lo mismo sucede con esta adaptación cinematográfica que llega mañana a los cines germanos.

Al igual que el libro, la película abarca décadas. Josef Mengele (1911-1979) es retratado en la década de 1940 como un médico inescrupuloso en el campo de concentración de Auschwitz. Allí llevó a cabo horribles experimentos médicos con prisioneros y condujo a miles de personas a la muerte.

Crímenes por los que no fue obligado a rendir cuentas tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y, por ende, de la dictadura de Hitler.

Hasta su muerte, estuvo escondido en Latinoamérica. Incluso pudo entrar y salir sin ser molestado de la República Federal de Alemania a finales de los años 50.

  • La película, de más de dos horas, está compuesta por una serie de escenas o mosaicos de Mengele, sobre todo de sus últimos años, cegado por la ideología fascista hasta su muerte. El film lo muestra como un anciano ególatra incorregible, que vegeta hacia el final de sus días cada vez más solitario y paranoico. 

Un hombre que se quiebra por la soledad

Diehl compone a Mengele en un verdadero "tour de force" interpretativo. La calidad actoral de Diehl puede ser, sin embargo, un problema, ya que a medida que avanza la película, si bien su personaje no deja de hacer repugnantes declaraciones nazis, su composición logra que el espectador sienta algo de pena por Mengele, quien es retratado como un hombre solitario y falto de amor. 

Aparentemente, Serebrennikow quiso mostrar cuán banal puede ser la existencia de un monstruo, sin subrayados exagerados. Pero al no contraponer a la figura de Mengele adversarios fuertes, sino, a lo sumo, oponentes que parecen indefensos, su visión puede llegar a proporcionar a los espectadores de cine que no están familiarizados con la historia argumentos para una peligrosa comprensión hacia Josef Mengele.

Lo cual es históricamente incorrecto y sumamente peligroso, especialmente en el presente, marcado por tantas contradicciones, crisis y conflictos militares.

Aunque se muestran las atrocidades de la vida cotidiana en el campo de concentración en una breve secuencia de escenas recreadas, lo que predomina en esta película es la representación de un anciano destrozado y solitario, lo cual no es esclarecedor, sino por el contrario, problemático.

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