Jalisco, México.
Hace una semana, una tormenta desencadenó una serie de sucesos catastróficos, dejando un saldo de 9 personas fallecidas y una más desaparecida en la localidad de El Jalocote, municipio de Autlán de Navarro.
Lo que comenzó como una lluvia calificada de "atípica" llevó a un evento sin precedentes: el desbordamiento del arroyo que serpentea desde la comunidad de El Jalocote hasta la cabecera municipal de Autlán. A raíz de este desastre, surgen preguntas sobre las causas, la gestión territorial y las consecuencias para las comunidades afectadas.
Para las autoridades municipales, el evento se agravó debido a los efectos del incendio forestal que arrasó aproximadamente 1000 hectáreas de bosque en la zona alta de la sierra de San Juan Carcoma durante el mes de junio.
Según el gobernador del estado de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, las viviendas arrasadas son responsables debido a su ubicación cercana al cauce.
Lo cierto es que desde el 2016, la comunidad de El Jalocote ha estado catalogada en el Atlas de Riesgos Municipal como una zona de peligro.
- La información:
(“De manera general te puedo decir que las áreas de riesgos hidrometeorológicos tenemos lo que es El Cerrito, Cerro Colorado, márgenes de arroyos como El Cangrejo, Coajinque, Ahuacapán y comunidades donde cruzan arroyos como el Chante y hay recomendaciones importantes como la reubicación de una escuela secundaria en Agua Hedionda”).
También es cierto que tras el incendio de junio las autoridades de protección civil anticiparon este escenario, pero las medidas tomadas por los tres niveles de gobierno resultaron insuficientes al clasificar la zona como de baja incidencia de riesgo.
Tras décadas de habitar el cauce de un arroyo seco, los habitantes de La Lima y Jalocote no previeron la situación que los tomó por sorpresa, y tampoco recibieron ninguna alerta por parte de las autoridades.
A sus 77 años, don Ramiro nunca había presenciado un suceso como este, aunque reconoce que en El Jalocote las lluvias suelen ser intensas.
"Yo en 77 años no había visto una cosa igual que esta. Sí llovía y mucho, vivimos ese ambiente aquí nos criamos, pero no en esta forma, y mucho menos el arroyo seco ese de Los Zapotes.
El otro sí, que viene del potrero acá de este lado, pero este, tenía un ojito agua ¿para que hiciera este despapaye?, es lo que no nos pasa."
Por el arroyo que lucía seco descendieron toneladas de piedras, lodo y troncos que se desprendieron de la sierra. La incapacidad de limpiar la zona ha generado la necesidad de reubicar a más de 10 familias que han perdido su patrimonio, explica Uriel Guzmán García, representante de la comunidad de El Jalocote.
"Mira, estamos sorprendidos por la magnitud, este cerro que se encuentra aquí no estaba. Era un cauce que estaba abajo, el camino estaba arriba, sobre el cauce del río. Esto es muy asombroso, mucha gente de la comunidad de la más grande se asombra porque nunca habían visto un fenómeno de esta magnitud, y menos por este arroyo.
Este arroyo se llama El Zapote y antes lo tenían por burro, porque no crecía y se asombran, pero creo que una parte fundamental se debe al incendio ocasionado en tiempos de sequías, ¿verdad? Tiene que ver algo, pues de ahí parte todo.
Y aparte, del fenómeno de la naturaleza que nos tocó vivir, porque fue, creo, que el máximo de lluvia que duró una hora, hora y media, se escuchaba el aire muy recio y el agua, pero en sí, no fue mucho tiempo de lluvia."
Enya Enríquez Brambila, representante del proyecto de ciencia ciudadana Vigilando Ríos y Arroyos, destacó la importancia de abordar la gestión territorial como un factor clave en la tragedia que afectó a la comunidad de El Jalocote.
De acuerdo con las observaciones del colectivo, la ocupación del territorio del arroyo por construcciones y cultivos desde la parte alta hasta la parte baja en la microcuenca del arroyo El Cangrejo ha creado zonas de riesgo.
Además, el cambio en el uso del suelo, que incluye el cultivo de agave con suelos desnudos, ha dejado áreas vulnerables a la erosión y el arrastre de sedimentos.
"La ocupación del territorio del arroyo por construcciones y cultivos, desde la parte alta hasta la parte baja en Autlán, incurre en una zona de riesgo. Aunque en ciertas épocas el arroyo no lleva agua, esto no significa que no pueda aumentar en un período determinado.
De hecho, al igual que otros tipos de ecosistemas, los arroyos tienen sus propios regímenes de inundaciones y dinámicas de ensanchamiento y angostamiento que es importante identificar, conocer y prevenir. Además, tenemos el cambio de uso de suelo en algunas zonas.
Mientras recorríamos la zona de la Ribera, notamos que no encontrábamos vegetación arbórea ni vegetación ribereña, sino más bien cultivos de agave. Estos cultivos tienen la característica de dejar el suelo desnudo, lo que resulta en ciertas partes de la Ribera y del cauce sin vegetación, dejando el suelo expuesto a la corriente.
Además, arrastran sedimentos de las zonas de la Ribera con suelos expuestos debido a este cambio en el uso del suelo".
También señaló que la práctica del dragado o desazolve de cauces, acciones señaladas por las autoridades como preventivas, ha eliminado la capacidad natural del arroyo para regularse y expandirse en momentos de lluvias intensas, lo que resultó en un cuello de botella en la parte baja del arroyo.
"Sin embargo, cuando llegamos a la parte baja, lo que se ha realizado es el dragado para elevar la parte de la Ribera y angostar el cauce lo máximo posible. Imagínense que llega una gran cantidad de agua en un área que tiene estas posibilidades de ensancharse, pero llega a la zona baja donde se forma un cuello de botella en ciertas áreas, como en la parte de El Cangrejo donde pasa por la gasolinera y la Prudente.
En este punto, se crea un cuello de botella y el arroyo no tiene suficiente espacio para maniobrar, lo que provoca desbordamientos. Esto sucede porque no se ha considerado la dinámica natural del arroyo, y hemos tomado la decisión de estrecharlo y volverlo canal, cuando en realidad es un arroyo con sus propias dinámicas.
Esta situación seguirá ocurriendo si no se toman medidas para prevenir zonas de inundaciones controladas y áreas donde el arroyo pueda expandirse y así reducir su fuerza y el arrastre de sedimentos".
Para concluir, Enya Enríquez Brambila enfatizó la necesidad de estrategias de manejo y prevención basadas en la naturaleza y la investigación científica, además de aterrizar lo observado en el atlas de riesgo a medidas aplicables para abordar este tipo de eventos multifactoriales y proteger a las comunidades aledañas a cauces de ríos y arroyos.
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