Los orígenes británicos de la alta costura revelados en París
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París, Francia. 

Es uno de los secretos mejor guardados del mundo de la moda: el inventor de la alta costura francesa fue el británico Charles Frederick Worth (1825-1895), objeto de la primera exposición en el Petit Palais de París.

Worth fue el primero que

"imagina esa artimaña, a la vez económica y genial, que consiste en vender tres veces el mismo producto a la clienta: los metros de tela, la creatividad del diseño y la personalización, y finalmente el genio",

 explica una de las comisarias de la exposición, Marine Kisiel, conservadora del museo de la Moda parisino, que organiza la muestra junto al Petit Palais.

A mediados del siglo XIX, las mujeres de la nobleza y de la burguesía acudían personalmente a tiendas donde elegían la tela y mandaban confeccionar sus trajes en talleres a los que imponían sus gustos.

Nacido en Bourne (centro de Inglaterra), Worth llega a París sin saber una palabra de francés pero con un olfato empresarial que pronto lo lleva a proponer el concepto de "colección", es decir, toda una serie de prendas diseñadas bajo una misma y exclusiva inspiración, en función básicamente de la temporada.

  • Worth propone también la presentación de sus colecciones mediante pases de modelos, y no simplemente maniquíes.

Y es el primero en firmar sus creaciones, para evitar el mal endémico de la moda: las imitaciones.

Todo ello se gana rápidamente el favor de las damas de alta sociedad de toda Europa (y también de favoritas y actrices de teatro), entre ellas una de sus clientas más asiduas, la emperatriz de origen español Eugenia de Montijo, en París.

- Precios "exorbitantes" -

La exposición, que se abre el miércoles y permanecerá abierta hasta el 7 de septiembre, muestra por primera vez una vasta colección de trajes y los minuciosos bocetos y archivos de la casa Worth, que estaba domiciliada en el 7 de la rue de la Paix, cerca del palacio del entonces Napoleón III.

El estilo Worth se caracteriza por "la opulencia, la teatralidad y el historicismo", resume Sophie Grossiord, otra de las comisarias de la exposición.

Los diversos periodos históricos europeos le sirven de inspiración constante a este prolífico creador, que se alía temporalmente con otro estilista, el sueco Otto Gustav Bobergh, para dar impulso a su taller, aunque esa asociación se disuelve después de 12 años.

Los precios de las creaciones Worth son "exorbitantes", explica Marine Kisiel, responsable de las colecciones del siglo XIX en el Museo de la Moda de París.

Es muy difícil conocer el precio real de una creación Worth (otro de los secretos tradicionales del mundo de la alta costura en general), sobre todo porque las menciones en los libros de contabilidad de la "maison" son "indescifrables", explica con una sonrisa Kisiel.

Pero el precio no asusta de todas maneras a clientas como la legendaria Sissi, de la casa imperial austrohúngara.

- Valquirias y pastorcillas -

Otra clientela fiel a Worth es la naciente burguesía de la Costa Este estadounidense.

La exposición del Petit Palais se cierra precisamente con imágenes de la exitosa serie televisiva "La edad dorada" (HBO), ambientada en la Nueva York de finales del siglo XIX, con un vestuario espectacular.

La casa no solamente viste a las "elegantes" para su agenda social diaria, sino que satisface también sus caprichos más extravagantes, como el "travestismo", como se conocía en la época el gusto por los disfraces.

Princesas, condesas, duquesas o esposas de industriales gustaban de disfrazarse de valquirias o de pastorcillas para los bailes más sonados de la época, en Viena, París o Filadelfia.

Y Charles Frederick Worth, así como sus hijos Jean-Philippe y Gaston, y luego los nietos Jean-Charles y Jacques, estaban a su servicio.

Worth concibe también bolsos y perfumes. Son más de 400 piezas, algunas rehabilitadas especialmente para la exposición, y otras préstamos especiales del Instituto de la Moda del Museo Metropolitano de Nueva York, o del Victoria and Albert Museum de Londres.

La casa Worth perduró 100 años, hasta su desaparición como marca independiente en la segunda mitad del siglo XX.