Urgen a crear centro regional de rescate de fauna en el sur de Jalisco: 17 años de trabajo voluntario no son suficientes




Autlán de Navarro, Jalisco.
A lo largo de casi dos décadas, el maestro en ciencias Luis Eugenio Rivera Cervantes ha dedicado su vida al rescate de fauna silvestre en la región Sierra de Amula y la Costa Sur. Su trabajo, realizado de forma voluntaria y con recursos propios, ha salvado entre cinco mil y ocho mil animales, desde tlacuaches hasta aves rapaces, boas y felinos. Sin embargo, el esfuerzo empieza a mostrar signos de agotamiento.

“Ya no basta con que me hablen para llevarme un animal. Se necesita un centro regional con capacidad real para atender, rehabilitar y liberar fauna”, afirmó durante el programa A Ciencia Cierta, transmitido por Radio Universidad de Guadalajara en Autlán.

Salvar lo salvaje: 17 años de rescate de fauna silvestre en la Sierra de Amula y Costa Sur

  • El maestro Luis Eugenio Rivera ha rescatado miles de animales sin apoyo institucional. Advierte que Jalisco necesita con urgencia un centro regional de atención y rehabilitación.

Tlacuaches, gavilanes y boas: los más rescatados

Los mamíferos más rescatados son los tlacuaches, víctimas comunes de atropellamientos o ataques de mascotas. En aves, predominan las rapaces como lechuzas, halcones y gavilanes, muchas veces disparadas por supersticiones o por proteger gallinas.

“En pleno siglo XXI, todavía hay quien cree que una lechuza anuncia la muerte. Es ignorancia que mata”, lamentó.

Entre los reptiles, el rescate de serpientes ha ido en aumento. Las boas y culebras ratoneras son comunes en la región, y muchas veces son asesinadas por miedo, a pesar de su valor ecológico.

Rivera advierte que las aves siguen siendo las más vulnerables:

“Si me llegan 100 serpientes, el 80% se recupera. Pero si me llegan 100 aves, la mitad muere. Son mucho más frágiles”.


De lo informal al referente regional

El proyecto inició hace 17 años sin infraestructura, protocolos ni personal. Lo que comenzó como una acción espontánea se ha convertido en una referencia incluso internacional. Rivera ha recibido mensajes desde Colombia, El Salvador o incluso Estados Unidos, solicitando asesoría.

La ciudadanía también ha cambiado su actitud:

“Antes la gente decía: ‘¿yo qué hago con ese animal?’ y lo dejaba morir. Ahora me llaman, me lo llevan. Eso muestra que algo está cambiando”.

Pese a ello, el peso de esta transformación ha recaído casi por completo en una sola persona. Luis Eugenio Rivera ha financiado jaulas, medicamentos, traslados, alimentos y equipo con su propio sueldo. La cuenta es clara: entre 8 mil y 10 mil pesos mensuales para mantener la unidad activa.


Las limitaciones: sin veterinarios, sin equipo, sin espacio

A pesar del esfuerzo, el rescate de fauna enfrenta limitaciones estructurales:

  • Falta de veterinarios especializados:

    “El 95% de los veterinarios en la región atienden perros, gatos o ganado. Si llegas con un gavilán o una boa, no saben qué hacer”.

  • Ausencia de equipo y herramientas adecuadas:
    Muchos equipos de Protección Civil operan con improvisación.

    “Intentan atrapar serpientes con escobas. Eso pone en riesgo a los animales y a las personas”.

  • No hay centros de resguardo:
    La mayoría de los animales se recuperan en casa del maestro Rivera, incluyendo aves marinas, pelícanos y garzas.

    “Una garza estresada se puede morir aunque no esté herida. Necesita agua, sombra, peces vivos. Y yo ya no tengo dónde poner más”.


Historias de vida, muerte y agradecimiento animal

Entre las historias que más lo han marcado, Rivera recuerda el rescate de un gavilán envenenado por ingerir una rata con pesticidas.

“Estuvo un año en recuperación. Cuando lo liberamos, dio una vuelta sobre mi cabeza y graznó. Lo sentí como un gracias”.

También destaca el caso de un lince capturado por matar gallinas. Aunque agresivo al principio, el animal se calmó durante el traslado y se negó a salir de su jaula al ser liberado.

“Se echó a mirarme. Los animales tienen su manera de agradecer, aunque no hablemos el mismo idioma”.


Educación ambiental y embajadores del maltrato

Parte del trabajo de Rivera ha sido llevar animales rescatados —imposibles de liberar— a escuelas y eventos para sensibilizar a la población.

“Un ave con un ala mutilada por disparo sirve para enseñar. Son embajadores del daño que causamos”.

Estas actividades han despertado vocaciones. Niños que antes temían a las serpientes ahora preguntan cómo ser biólogos.


Un llamado a Jalisco: urge un centro regional de fauna

El maestro Rivera fue claro:

“Lo que hacemos es como dar aspirinas a una enfermedad crónica. Si no se crea un centro regional de rescate, este esfuerzo colapsará”.

La propuesta contempla que los municipios aporten el terreno, el estado la infraestructura, la federación el presupuesto, y la Universidad de Guadalajara personal en prácticas. El modelo sería similar al de las juntas intermunicipales.

Cómo ayudar

Rivera invita a la sociedad a apoyar de dos formas:

  • En especie: donando guantes, pinzas, transportadoras, incubadoras, materiales de limpieza o placas térmicas para crías.

  • Económicamente: con aportaciones voluntarias que permitan costear gasolina, medicamentos, radiografías y alimentos especiales.

  • “No pedimos grandes cantidades. Con lo que cada quien pueda, se puede mantener vivo este proyecto”.


    La fauna no tiene partido

    “La fauna no es de derecha ni de izquierda. No tiene color político. Es un tema de dignidad y de responsabilidad con nuestro entorno. Si no la cuidamos, también perdemos nosotros”. 



    Antonio Díaz